Por: Óscar Misle, @oscarmisle
En una reunión en un colegio al que fuimos invitados con el fin de buscar alternativas para mejorar la convivencia escolar, nos tocó tener una significativa experiencia.
Mientras conversábamos los estudiantes iban entrando para dirigirse a sus salones de clases. La coordinadora de disciplina los escaneaba de arriba abajo. Si alguno no llevaba el uniforme según lo previsto, le reclamaba.
En una de esas, pasa una chica de 3er año de bachillerato, llevaba una margarita en el cabello.
La coordinadora le pregunta por qué lleva esa flor. La chica le dice: “Es solo un detalle”. - “Sabes que no puedes traer accesorios que no estén aprobados, por favor quítatela”.
Continuamos nuestra conversación y aparece otra chica con otra margarita, del mismo estilo, decorando su cabello. La coordinadora exclama: “¡Ahora si es verdad, como que llegó la primavera!”.
-¿Por qué profesora?
-“Por esa flor que tienes en el cabello. No puedes utilizar accesorios que no estén aprobados”.
En la medida que entrabamos en detalles de los fuertes problemas de convivencia que se estaban viviendo en el colegio, los más severos se iban quedando rezagados, por lo importante y trascendental que resultaba el tema del uniforme.
La gota que rebasó el vaso fue la aparición de la tercera estudiante con su margarita sobre la liga que recogía una frondosa cola. La coordinadora ya con un tono más altivo le reclamó y le dice que si querían vivir la primavera que lo hiciera fuera del colegio, que por favor se quitara esa flor del cabello.
En este caso, la estudiante no se quedó callada: “¿No le parece suficiente que tengamos que venir todas vestidas del mismo color, con el mismo estilo de uniforme? El detalle de la margarita es para ponerle un toque femenino y un poquito de color para sentirnos diferentes”. La coordinadora se molestó y le dijo que esta situación no se quedaría así y que más tarde hablarían a solas.
Culminada la reunión, nos invitaron a tomar un jugo en la cantina y cuál sería nuestra sorpresa, ¡en el pequeño patio había nevado!, a pesar de los 28 grados en el ambiente. Estaba lleno de bolitas blancas de anime. En la pared había colocado un improvisado cartel que decía ¡Llegó el invierno!
Enfurecida, preguntó: ¿Qué significa esto? Una de las maestras rápidamente responde: “Alguien le sacó el relleno a los cojines que están en la sala de usos múltiples”.
El Uniforme ¿fin o medio?
Más que un fin, es un medio que puede ser útil para la seguridad, identificar quiénes pertenecen al centro, la no discriminación… Asumir un traje escolar, con unas directrices básicas y comunes, quitándole énfasis a los detalles y particularidades, pudiera contribuir a que la vestimenta no se constituya en una razón para la competencia, marcado contraste entre los que tienen mayores posibilidades económicas y quienes cuentan con menos recursos.
Los adolescentes están en un proceso de construcción de identidad, de generación de la propia imagen, de no querer parecerse a otros, y quieren sentir que esa necesidad no se queda reprimida en estrictas exigencias sobre su vestimenta escolar. Es importante ser más flexibles para evitar conflictos innecesarios.
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