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lunes, 30 de septiembre de 2013

LA LUCES ROJAS EN LA CRIANZA Y EDUCACIÓN

Una de las dificultades que se nos presenta en la crianza de los hijos es establecer límites. Por su misma condición pasa que no cumplen lo acordado y eso nos molesta y genera frustración. Lo primero que tenemos   que preguntarnos es si quedaron bien especificadas las consecuencias de su incumplimiento.

Sucede no con poca frecuencia que desautorizamos los acuerdos porque los miembros de la familia tenemos puntos de vista distintos. Esta contradicción hace que nuestros hijos  acudan a los “caminos verdes”, a la persona que pueda complacerlo, que sea más flexible.

Otra situación que suele darse es que los límites acordados se cumplen unas veces y otras no. Dependiendo de nuestro estado anímico se aplican sanciones desproporcionadas o no se aplican porque estamos muy ocupados, cansados… y nos hacemos los desentendidos o evadimos la realidad.

Negociar no es siempre ceder

Cuando se incumplen los acuerdos tenemos la tendencia de prohibirles salidas o el uso de equipos electrónicos, sin que se comuniquen las razones de estas medidas. Simplemente le prohíbo salir y listo. Cuando se aplican sin explicar razones, el adolescente, por su misma condición, puede retarnos derivando su comportamiento a acciones inadecuadas para vengarse por el malestar, la rabia o la frustración que le produce la sanción impuesta, pues la considera injusta o desproporcionada.

En el caso de los adolescentes no nos queda otra que negociar; que no significa siempre ceder. Es acordar. Si incumplió con una obligación, la consecuencia es que debe buscar la forma de resarcir el daño o asumir  la responsabilidad incumplida. Por ejemplo: Si bajó las calificaciones en el liceo, más que decirle “Te voy a quitar…”, es preguntarle “cómo vas a hacer para mejorar tu rendimiento”, y ver qué alternativas presenta. Si no presenta opciones reales le podemos expresar “Vas a tener que utilizar el tiempo destinado a la recreación para estudiar y ponerte al día”. La señal de cumplimiento será mejorar las notas, por ejemplo.

Esto exige estar vigilantes si realmente está utilizando el tiempo para estudiar o cumplir con sus deberes escolares. Si no es así le haremos ver que no podrá salir el fin de semana porque no ha sabido utilizar el tiempo previsto para cumplir con sus compromisos. Seguramente se molestará y le haremos ver que entendemos se moleste, pero que es nuestro deber apoyarlo para que pueda cumplir con las responsabilidades acordadas.

Esta opción se puede graficar con el ejemplo de los semáforos. Una cosa es pararse ante la luz roja solo cuando hay un fiscal y otra detenerse para dejar que otros pasen, evitar un accidente aunque no haya un policía de tránsito presente, porque tengo claro que la luz roja es un llamado a lo imperioso de detenerme para no hacerme daño o ser una amenaza para otros. Nuestros adolescentes deben formarse para reconocer las “luces rojas de la vida”.

Seguimos Creciendo Juntos


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