Páginas

miércoles, 30 de septiembre de 2020

NI CON EL PÉTALO...

   


Óscar Misle

Recuerdo que en mi familia, desde los primeros años, con insistencia nos recalcaban; “A las niñas no se les pega ni con el pétalo de una rosa” Esa niña podía ser una hermana, prima, vecina, compañera de clases.

En una actividad  formativa con adolescentes, realizada  en Cecodap, se consultó a las chicas sobre su ideal de pareja. Partimos de la imagen del príncipe azul, ese muchacho sonriente, gentil, comunicativo, tierno… Para nuestra sorpresa una de las participantes  expresó: “Me fastidian y parecen sosos los hombres sensibles, cariñosos, melosos. Son más interesantes los que son varoniles,  secos, rudos y reservados. Detesto los hombres parlanchines”. Asentando con la cabeza alguna de sus compañeras. 

En el intercambio que se hizo en la plenaria se evidenció la creencia en los participantes de que es normal en las relaciones de pareja que se puedan perder los estribos de vez en cuando porque todos somos “de carne y hueso”.

Qué significa “Perder los estribos”

El modelo de masculinidad de “un hombre que represente” en muchos casos se asume  que pueda, en ciertas circunstancias, haciendo uso de su poder dar un golpe cuando la pareja dice o hace algo que para él no está bien.

Parejas de adolescentes comienzan a reproducir modos de relación signados por la violencia desde el noviazgo. Discusiones por celos que finalizan en empujones, golpes o rasguños. “Estamos jugando”, es la respuesta que suelen dar cuando algún adulto espectador trata de intervenir. Son el signo de una relación donde la violencia se ha naturalizado. Se reproducen creencias de que las peleas son buenas porque vuelven más excitante la relación con la reconciliación. Otras creencias: “Es normal que suceda en cualquier pareja”, “Después de un tiempo se les pasará” justifican la presencia de agresiones. Lamentablemente, la violencia, una vez instalada y legitimada, crecerá en intensidad y frecuencia.

Aprender a convivir en pareja.

Vivir en pareja es un tema del que no se habla con las niñas, niños y adolescentes. Pareciera que es el propio ser humano y que se aprende en la práctica espontáneamente. Se cree que aprendemos de la vida en pareja por lo que vemos en nuestros padres, cosa que es cierta, pero también es una realidad la existencia de  hogares de nuestro país  en los que no hay parejas y la decisión de separarse  es por abandono  o porque estaban  mediados por la violencia y descalificación.

Los niños, niñas y adolescentes crecen naturalizando modelos violentos de relación; donde hay que aceptar la agresión, descalificación, exclusión o hay que dejar de ser uno mismo para poder ser aceptado y seguir adelante.

¿Cómo formarlos emocionalmente?

Son fundamentales los esfuerzos que se realicen con la educación emocional para que desde los primeros años para aprender  convivir adquiriendo las  destrezas que se requieren. Por eso valoramos el recurso que representa la Guía para evitar relaciones románticas con comportamientos tóxicos y machistas presentada por el Pacto de Estado contra la Violencia de Género en España.

Desde niños habría que comenzar a distinguir un amor sano del que hace daño tal como lo presenta esta publicación:

El amor es sano cuando…

Escucha y se interesa por tus sentimientos.

No te grita, humilla ni desprecia. No te amenaza.

Jamás te agrede.

Respeta tus relaciones familiares y sociales.

No te presiona para tener relaciones sexuales.

Respeta tus decisiones. No juzga tu forma de vestir.

Respeta tu libertad e intimidad y confía en ti.

El amor es violencia cuando…

Ignora o desprecia tus sentimientos con frecuencia.

Te humilla, grita o insulta en privado o en público.

Amenaza con hacerte daño a ti o a tu familia.

Te ha agredido alguna vez.

Te aísla de familiares y/o amistades.

Te fuerza a mantener relaciones sexuales.

Toma las decisiones por ti.

Controla tu manera de vestir, molestándose si no le haces caso.

Controla tu teléfono y redes sociales (te pide tus contraseñas, se molesta si no le contestas al momento de escribirte) o te amenaza con compartir tus fotografías íntimas.

Desnaturalizar la violencia

Educación emocional. Desde pequeños, deberían contar con una educación emocional que plantee el adecuado manejo de las emociones, la frustración, ejercicio del poder, refuerzo de la autoestima, empatía, asertividad, resolución de conflictos,  habilidades sociales   que permitan  reconocer  que no es normal que en una relación de pareja te agredan y hagan sufrir.

Aprender a identificar modelos de relación, por ejemplo cuando se hace presente la violencia de género donde se repite un círculo vicioso: Acumulación de tensiones, explosión y “luna de miel” donde el agresor se arrepiente, pide perdón, hace todo tipo de promesas, regalos…

Reconocer la violencia  en sus distintas formas e intensidad, puede ser física; pero también verbal, psicológica, emocional, sexual… Se puede presentar de una forma o varias a la vez; pero ninguna es inocua y nunca se justifica.

Las diversas  expresiones de violencia  se expresan hoy en día en las redes sociales. La Guía mencionada advierte lo vital que constituye identificarla:

“Te presiona para que le des tus contraseñas como muestra de amor y confianza de tu parte. Y si no lo haces, ¡se molesta!

Quiere saber siempre quién te llama o escribe al celular, ver tus conversaciones y qué contactos tienes en las redes sociales. Te presiona para saberlo.

Controla los comentarios de tus redes sociales.

Te exige saber cuándo y por qué te has conectado para hablar con alguien.

Te pide que le envíes tu ubicación en el celular para confirmar y controlar que estás donde dices que estás.

Te amenaza con difundir mensajes o imágenes tuyas por internet si no haces lo que quiere”.

 
Hasta la próxima resonancia

No hay comentarios:

Publicar un comentario

VIOLENCIA. HAY QUE HABLAR CON LOS NIÑOS

  Óscar Misle Óscar Misle Los recientes enfrentamientos armados en la Cota 905 y comunidades aledañas y los operativos que se van realizan...