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viernes, 19 de junio de 2020

DÍA DEL PADRE ¿MOTIVOS PARA CELEBRAR?



Óscar Misle

En una reunión con estudiantes, 4to grado, estábamos hablando de la  familia y uno de los niños dijo: “En mi escuela no se celebra  el día del padre” aprovechando su intervención le pregunté: “¿por qué será?” Y sin pensarlo respondió: “Es  que las mamás son más importantes que los papás”

Una niña levantó la mano y argumentó:”Es que las mamás son las  que nos cuidan, nos dan la comida, nos llevan al médico. Los papás trabajan para conseguir el dinero que se necesita en la casa”.

¿Hay motivos para celebrar?

Esta cuarentena ha resultado un desafío importante para  los padres. Les toca  convivir  muchas horas junto a sus hijos.  Para algunos resulta  complicado asumir ciertas tareas en el hogar. De pequeños aprendieron que esas labores eran cosas de mujeres. Ciertamente los tiempos han cambiado. Se puede ver  padres con sus  hijos pequeños haciendo compras, jugar en el parque, en las consultas médicas. Lamentablemente no son la mayoría

En los talleres algunas madres nos comentan: “él colabora conmigo” en lugar de decir el comparte las tareas hogareñas. En las actividades con familias en los centros educativos, la asistencia mayoritaria es de mujeres. Solo asiste uno que otro padre.

Sin embargo en esta cuarentena los padres se han ido reinventando  involucrándose en las tareas de la casa. Han ido descubriendo y demostrando otras dimensiones de la paternidad,  importantes y necesarias para la convivencia familiar, participando en actividades que le dan contenido práctico a la cooperación, solidaridad, empatía, vínculos, en otras palabras es una posibilidad de dan calidez a la paternidad.  

Sabemos que la ausencia del padre puede crear orfandad  emocional, especialmente en los varones que aprenden a ser hijos; pero no padres. No tienen referentes sobre lo que significa  no solo un  proveedor material, o una figura de autoridad, sino  también un ser cercano y afectivo.

Esta posibilidad que nos brinda el confinamiento de compartir tantas horas nos permite explorar en lo cotidiano lo que significa tener cerca a un papá con quien se comparten  tareas del  hogar, actividades recreativas, apoyo con las asignaciones escolares, momentos para la comunicación y hablar sobre temas importantes  que suelen posponerse por atender solo lo urgente.   

Los  niños  aprenden lo  que  ven. Aprenden sobre lo que significa ser y sentirse papa o mamá  con los ejemplos, con los juegos desde los primeros años, con lo que ven en los medios de  comunicación, redes sociales, series televisivas…

Un padre, en unos de los encuentros “En Familia” de Cecodap, comentó que el día de la madre era muy difícil encontrar  un lugar donde comer. Todo estaba  ful. Cosa  que no pasa con el día del padre. Pareciera  que no hay mucho que celebrar. “En mi caso  quedé  viudo, me ha  tocado criar  a mis hijos de 5 y 10 años solo. En algunas ocasiones mi mamá me echa una manito, pero no ha sido fácil para mi.

De pequeño mi padre no permitía  que me involucrara en las tareas de la casa. De eso se encargaba mi madre y mis hermanas. Cuando me quedé solo tuve  que aprender a cocinar, lavar, ir de compras. Mis amigos se metían  conmigo y me decían  que tenía  que ir pensando en  buscarme una  compañera”.

Cuando las mujeres se quedan solas suelen decir  que  son madres y padres al mismo tiempo. Ciertamente  deben  cumplir el doble  rol, pero nunca se  sustituye la presencia o importancia del padre. También, en algunas ocasiones, las madres  solas trasmiten a los hijos  su rabia y hablan  mal del padre. Lo descalifican permanentemente. Seguramente  hay razones para  que exista resentimiento. A los  hijos les molesta o les duele  escuchar esos comentarios de su papá, aunque no lo manifiesten.

Asumen que se puede prescindir del padre, si no cumple con su rol de  proveedor económico, porque ahí está la madre para expresar el amor con palabras, besos, abrazos, cuidados… Eso necesita cambiar y esta cuarentena nos está brindando la oportunidad.

Dame un beso  

Una escena viene  a mi memoria. Tenía 10 años. Mi papá nos llevaba al colegio. Cada vez  que nos despedíamos yo le daba un beso. Un día cuando estábamos en el ritual de despedida, me sorprendió: “Ya estás grande, eres un varón y no debemos despedirnos con un beso” No entendí el por qué de esa prohibición; sin embargo lo asumí como un mandato definitivo.

Pasó el tiempo y a los 52 años le dio un infarto que lo llevó a la terapia intensiva del Hospital Vargas, Caracas. Cuando lo fui a visitar me impresionó verlo con máscara  de oxígeno, conectado a una serie de mangueritas, monitores, en un ambiente helado como suelen ser esas salas.

Poco a poco me acerqué, muerto de miedo. Sin saber   qué hacer ni qué decir. Cuando estaba cerca veía que detrás de la mascarilla, hacía una petición que no lograba entender. Me acerqué y escuché: “!Dame un beso!” Me quedé paralizado. Apareció en mente la escena frente al colegio con aquel mandato que asumí como definitivo. Pero el amor fue más fuerte y le di el beso. Y en ese momento sentí que ese beso me devolvió a mi padre.
A partir de ese momento el beso  volvió a estar presente en nuestros saludos, despedidas… No solo conmigo, también besaba a mis otros hermanos, cuñados,  sus compadres… Murió a los  89 años, su corazón no necesitó de infartos para sentir y solicitar amor.

Celebrar el día del padre reconociendo  su importancia en el grupo familiar. Desde  pequeños los hijos necesitan sentir  que  su padre  no es un presente-ausente, en otras palabras que está y no está. Es  necesario que el padre  aprenda a  expresar sus sentimientos y  emociones a sus hijos y seres queridos.

Hasta la próxima resonancia 




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