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martes, 18 de julio de 2017

¿QUÉ OCULTAN LAS CAPUCHAS?

Óscar Misle
@oscarmisle
Instagram: Óscar Misle Terrero



En el año 1999 a Cecodap le tocó vivir de  cerca los conflictos de liceos emblemáticos como el Andrés  Bello, Fermín Toro, Luis Espelozin y otros  por los disturbios, paros, quema de cauchos,  enfrentamientos… Se señalaban como responsables  a los “encapuchados”.

Para  buscar salidas  pacíficas propusimos a la zona educativa un encuentro con los encapuchados para escuchar sus  inquietudes y solicitudes cara a cara.
No fue fácil convencer a las autoridades. Temían  que eso significaría empoderarlos aún más. Tanto insistimos que  se logró la realización del encuentro. El lugar que se seleccionó fue la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello situada a un costado del edificio del Ministerio de Educación. La condición fue  que no hubiese policías en la puerta para evitar intimidación y provocaciones.

La zona educativa exigió estar presente para recoger las inquietudes de los estudiantes.  Para  motivar la actividad dibujé en un rotafolio una capucha. Los estudiantes se asombraron al ver la imagen. Pregunté: ¿qué oculta esta  capucha? Hubo un largo silencio. Se mantenía  la creencia que es la máscara que se utiliza para violentar ocultando la identidad.

Para provocar su reacción les expresé que pensaba que   detrás de esa  capucha podía haber un adolescente  con ideales, sueños, deseos no satisfechos por las injusticias, inequidades, exclusiones… pero también podía esconderse una persona resentida que busca vengar su rabia utilizando la violencia para desahogarse.

El hecho fue que los estudiantes comenzaron a expresar una serie de situaciones que se daban en sus liceos y que evidenciaban las injusticias, omisiones, abusos, acosos,  irrespeto por parte de directores y docentes de sus centros.

Les pregunté: “¿por qué ocultar el rostro?” Y uno  comentó: “porque es la forma de  preservar nuestra identidad e integridad”. “¿Pero tiene  que ser tras la capucha?” Enfáticamente respondió: “si ¿Cómo me garantiza que si nosotros  hacemos las denuncias y nos identifican no nos pasen  factura, nos detienen o expulsan del liceo?”
Le respondí: “no se los puedo garantizar, lo que si podemos es aprovechar este momento para expresarnos y hacer los reclamos correspondientes al Ministro de Educación. Mientras más argumentos, mejor”. Se eligió una comisión que se encargó por escrito de los reclamos y solicitudes. Su condición fue que no hubiese  intermediarios. Exigieron que la presentación del informe la hicieran directamente al ministro.

De ese grupo de adolescentes hubo quienes se interesaron en las actividades de Cecodap y con quienes mantenemos una bonita relación; aunque tengamos diferencias, el afecto lo hemos logrado preservar.

Por esa misma época escuché a Hugo Chávez, quien para ese momento estrenaba la presidencia, mencionar con mucho orgullo nombres de sus  allegados que ostentaban cargos importantes y de  quienes resaltaba en su currículo haber sido en la adolescencia y durante sus estudios universitarios “tira piedras”, “quema cauchos”. Eso que hoy  se calificaría como “guarimberos”. En esa época se justificaban las trancas de vías, quemar autobuses o camiones como las expresiones de jóvenes movidos por la pasión revolucionaria para protestar contra las injusticias sociales propias del  capitalismo.

En una entrevista reciente el Defensor del Pueblo explicaba las diferencias  del uso de la capucha en los diversos momentos sociopolíticos para concluir que desde su visión ideológica en ese momento se justificaba pero ahora no.

Me pregunto si estos adolescentes que participan en las protestas, señalados y estigmatizados por el gobierno como terroristas, estarían defendiendo la revolución ¿Cómo los denominaría el gobierno? Los asesinados seguramente serían horados como mártires de la revolución. Sus nombres  serían emblemas para las misiones, enarbolados con pancartas, inmortalizados en murales.

Pero al protestar contra la  ineficiencia de un gobierno que se ha ganado un importante  rechazo de la población, es un delito, es terrorismo…
La protesta debe ser pacífica y para que sea así debe evitarse todo aquello que provoque o genere violencia. Las marchas  que han logrado llegar al destino han sido pacificas; las  que  han sido reprimidas se han tornado violentas.

En una sociedad democrática los estudiantes deberían poder protestar sin necesidad de cubrirse el rostro para no ser reconocidos y sufrir represalias, para no tragar el gas de las bombas lacrimógenas… Su condición de ciudadanos les daría el derecho de disentir o rechazar todo aquello que consideran atenta contra sus derechos y dignidad.


Las capuchas no solo las utilizan quienes necesitan resguardar su identidad para protegerse, están las otras, esas que se han convertido en la segunda piel de  quienes esconden sus miserias, resentimientos, soberbia, a esos encapuchados son a quienes hay  que desenmascarar, apegados a lo constitución de 1999 y no a la encapuchada  constituyente que se quiere imponer.       

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